El Art Nouveau en Buenos Aires deslumbra a locales y turistas, no solo por sus estilizados motivos sino por la historia que cuenta cada edificio y objeto de decoración. Este estilo se instauró entre la burguesía por los inmigrantes que buscaban mostrar su poder pero también sus raíces.
Escrito Barbara Blati
Licenciada en Periodismo especializada en arte
El Antiacademicismo desembarcó en Buenos Aires durante el1900, encontrando una ciudad pujante y bohemia donde convivían el arrabal tanguero con la clase alta y la burguesía inmigrante que había logrado rápidamente prosperidad y deseaba hacer visible su opulencia.
El Art Nouveau o Modernismo dejó aquí alrededor de 200 edificios, lo que la convierte en una de las urbes del mundo con más construcciones de este estilo que desafió las reglas clásicas y el academicismo francés que se imponía por aquel entonces. La metrópoli intentaba replicar el gusto de las capitales europeas.
El arte nuevo, con sus formas en látigo, motivos vegetales, figuras femeninas y la jerarquización de las artes decorativas, sirvió a una nueva y creciente burguesía, conformada por inmigrantes que habían triunfado económicamente en el país en menos de una generación y que quería trazar un horizonte estético diferente al de la oligarquía nativa.
No querían adoptar un pasado ajeno recurriendo a la arquitectura clasicista borbónica francesa y, por el contrario, utilizaron su fortuna para construir sus propiedades de acuerdo a las, por entonces, nuevas tendencias.
El estilo se extendió al mobiliario, la ropa, los utensilios diarios y a un largo abanico de objetos.
Características
Este estilo recibió en cada país distintos nombres, por ejemplo Art Nouveau en Bélgica y Francia, Modern Style en los piases anglosajones, Liberty o Floreale en Italia y Modernismo en España e Hispanoamérica, pero en todos los casos compartían características. Predominaba la inspiración en la naturaleza y formas orgánicas y se trataba de incorporar las novedades derivadas de la revolución industrial, como el hierro y el cristal.
Se recurría a la utilización de contenido simbólico, espiritual, místico y mitológico en contraposición, por ejemplo, a la pintura de escenas cotidianas y paisajes, más comunes en esa época.
Joyas de la arquitectura
Entre los tesoros arquitectónicos de la ciudad de Buenos Aires se encuentran el Palacio Barolo, la Torre Otto Wolf, los edificios de Los Lirios y Los Pavos Reales, el Club Español, la casa Calise, el Yacht Club Argentino y la confitería del Molino, ubicada en la esquina de avenida de Mayo y Rivadavia, inaugurada de forma oficial en 1917.
También son dignos de mención la tumba de Rufina Cambaceres, el Casal de Catalunya y las cúpulas del Hospital Español y de avenida Rivadavia y Ayacucho.
Hotel Chile
Louis Dubois estuvo a cargo en 1906 del Hotel Chile. Este tiene una fachada de abundantes formas sobre la Avenida de Mayo. Los balcones son franceses y se ensanchan en los pisos superiores. Diseños florales realizados en mosaicos. Poseían una magnífica cúpula de madrea que se destruyó durante un incendio siendo reemplazada por una de zinc.
Palacio de los Lirios
El Palacio de los Lirios y el Casal de Catalunya son emblemas de un estilo con curvaturas y el sello inconfundible de Gaudí. El primero, concebido como edificio de rentas, presenta una fachada ondulante, un eje medio y balcones bow window en el centro.
Las líneas curvas se plasman en los tres pisos, los muros, los balcones, los pasillos internos y en las barandas. La decoración se completó con elementos de la naturaleza y la herrería artística.
Casal de Catalunya
Respecto al Casal de Catalunya, estuvo a cargo del arquitecto García Núñez, dueño de una riqueza formal prácticamente inagotable que le permitió expresarse mediante una ecléctica cantidad de materiales, como ser hierro, cerámica vitrificada, azulejos, vitraux y ladrillo de vidrio, entre otros.
Confitería El Molino
La confitería El Molino, obra del arquitecto italiano Francisco Gianotti, se construyó con materiales traídos de su patria. Llegaron al puerto de Buenos aires puertas, ventanas, mármoles, manijones de bronce, cerámicas, cristalería y más de 150 metros cuadrados de vitraux.
El edificio contó con la novedosa utilización del hormigón armado, en una época en la cual se construía con ladrillo y losas de bovedilla catalana. Posee mosaicos opalinos, capiteles de bronce y cerámicas de oro en la mansarda.
Su fachada tiene un desarrollo simétrico y está revestida por piedra París. Se destacan las aspas de un molino de fantasía y una imponente cúpula en aguja, que fue cerrada con vitrales Art Noveau multicolores. Esta consta de un tambor cuadrado con remates poligonales en la cornisa, nervaduras ascendentes que resguardan paños de curvatura parabólica de vidrio repartido y un mirador circular calado. Por encima una plataforma circular y nervaduras ascendentes de remate en el cupulín calado.
Palacio Barolo
Fue el primer rascacielos de Buenos Aires. Pleno de simbolismos y claves esotéricas
fue concebido como par del palacio Salvo (1928) ubicado en Montevideo, Uruguay. En el edificio hay referencias a la Divina Comedia, como la división general del proyecto en tres partes, que se corresponden con el infierno, purgatorio y cielo.
Yacht Club Argentino
El Yacht Club Argentino simula un gran barco en la entrada del puerto. Fue inaugurado en 1915. La obra estuvo a cargo del francés Eduardo Le Monnie y es un edificio asimétrico con una torre faro con esfera de vidrio iluminada.
Cúpula de avenida Rivadavia y Ayacucho
El edificio fue construido en 1907 por el arquitecto Eduardo Rodríguez Ortega y es conocido por la frase en catalán que tienen al frente: «No ni ha somnis impossibles” (No hay sueños imposibles).
Está coronado por una cúpula de fuerte tendencia estilística Gaudiana, subdividida en tres niveles de altura con diferentes volúmenes. El más grande está compuesto de ocho aperturas vidriadas con forma de elipse, el siguiente cuenta con misma cantidad de aberturas con arcos de medio punto levemente curvados y el remate es un cupulín de base elipsoide, alargado hacia el remate con una curva hiperbólica truncada, una rosa de los vientos y aguja pararrayos.
Cúpula del Hospital Español
En avenida Belgrano 2975, Balvanera, se encuentra el edificio a cargo del arquitecto Juan García Núñez que en su cúpula posee elementos constitutivos referentes a la naturaleza y está revestida con las típicas cerámicas de la arquitectura catalana.
Tumba de Rufina Cambaceres
Se encuentra en el cementerio de la Recoleta y es obra del alemán Richard Aigner, quien demostró su talento escultórico con curvas sinuosas que culminan en una sugestiva imagen femenina. Realizada en mármol con barandal de hierro al pie del monumento.