El artista comenzó hace años a contar historias a través de pinturas sobre papeles de diario que luego son encolados en la vía pública. Sus protagonistas son jóvenes que cada día suman amigos y llenan las calles de alegría e inspiración.
Niños escalan edificios haciendo malabares y posan en estrechos rincones con sus instrumentos. Llevan coloridas vestimentas y sonríen por la travesura. Son los amigos de Lilou y los Músiques del Triángulo que nacieron de la imaginación de Jorge Molina.
El primer proyecto se llamó Murales a diario, que se desprendió de la ilustración de un cuento infantil bilingüe. Así surgieron una serie de trabajos que fueron expuestos en el Centro Cultural Fontanarrosa y luego instalados en diferentes espacios de la ciudad.
Cada mural contiene un relato y la lectura integral se logra con la visualización de la totalidad de las obras. Están realizados sobre papel de diario y fueron pintados en público con esmalte y barniz al agua mezclados con purpurina. En ellos Lilou y sus amigos dibujan, danzan, actúan, tocan instrumentos y hacen acrobacias.
“Creo que lo que hago es popular y trato que sea de la mayor calidad posible. Lo que me gustaría que pase es que sea parte de la comunidad. Hay dentro de lo que normalmente se llama arte una enorme cantidad de gente que trabaja en este sentido y cuando uno ve una obra te da alegría, te contagia algo o te emociona”, dijo Molina en diálogo con Disfruta Rosario. El propósito del proyecto es “que haga recordar algo y los lleve a cuando eran chicos y reflexionen”.
Esto fue lo que sucedió con la directora de la orquesta sinfónica de barrio Triángulo, a la que asisten jóvenes en situación de vulnerabilidad. Caminaba por la calle agobiada después de una reunión, viendo que no llegaban los fondos del Estado para solventar el proyecto, cuando levantó la mirada y se encontró con la obra del artista plástico. Era una joven con su contrabajo, el mismo instrumento que ella toca. En ese momento el mural cumplió con todas las expectativas del pintor.
Para Molina “el arte tiene que ver con la libertad y motivar cosas que nos hagan sentir bien, que nos haga libres o nos genere ganas de crear”. Julia Martínez experimentó todas esas sensaciones al observar la pared del edificio de San Juan y Laprida. Así nació el siguiente proyecto: los Músiques del Triángulo. Y estos niños de papel, inspirados en los pequeños instrumentistas, salieron de gira. Los murales de 1,70 por 70 pueden verse en Rosario, París y Albi, lugares desde los cuales buscan estimular a las todas las personas.
“Hay instituciones que han creado la idea de que no entendemos nada de arte y solo la elite lo entiende. Pero en realidad se oculta la intención de marginar a una masa enorme de gente del entendimiento”, planteó. Por este motivo consideró indispensable “una educación para la libertad”.
“Pienso que soy un dibujante que de chiquito me gustaba pintar y dibujar y tuve la suerte que mis papás me fomentaran seguir haciendo eso. No me siento tocado por algo especial, trabajo mucho, por eso aprendí muchas cosas, hago lo que me gusta hacer y trato de aprender las cosas que no se hacer”, contó el artista plástico.
Para el pintor “hay que hacer arte popular de excelencia”. “Ahora se promueve más que se te ocurra una buena idea que saber hacerla”, enfatizó. Y agregó: “Cada vez que logro dominar alguna parte de lo que hago es el momento de empezar a dejarlo”. No obstante hay intereses que se preservan pese a todo. “Siento que las cosas con el paso del tiempo van cambiando. Algunas se mantienen permanentes, no en la técnica sino en la cuestión temática. Las relaciones humanas me parece que son súper importantes y de alguna manera siempre estoy pintando algo relacionados con eso. Mi historia, mi barrio, mi gente querida siempre aparecen de distintas maneras”, cerró.
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