La idea de un arte que genera cambios en el mundo seduce al artista plástico Ulises Baine que no teme dejar su taller para buscar la superficie que será el soporte de una nueva manifestación al alcance de toda la gente.
“Me gusta pensar que los artistas tenemos cierta magia, que como hace 30 mil años cuando empezó el mural y los chamanes pintaban para atraer la buenaventura y dejar las primeras huellas ahora sigue siendo una cuestión mágica la pintura. Picasso, Matisse y Modigliani pintaban lo que deseaban y uno sigue haciéndolo. Creo que todo artista tiene esa cosa de chamán que transforma la realidad a través de ese deseo”, dice desde la mesa que comparte con amigos en el centro cultural Nómade donde también está la galería de arte que dirige.
Entre cigarrillos y consejos para acelerar los procesos de secado de las pinturas asegura que “hoy uno es su propio marchand”. “Juego el rol no solo de artista, sino de muralista, curador y director de la galería, porque si me preguntan cómo hacer para vivir del arte la respuesta es viviendo del arte, haciendo arte todo el tiempo. Tenés que amoldarte a las situaciones”, asegura. Por eso, para él, pintar murales cerca de los bares “es una buena cartelera” ya que la actividad ha comenzado a profesionalizarse en el último tiempo gracias al creciente interés de comerciantes que los contratan para hacer murales en sus negocios.
Sobre el valor del street art, muchas veces cuestionado o tildado de vandalismo, el artista correntino que llegó a Rosario después de vivir en Neuquén, Buenos Aires y estar un tiempo en Estados Unidos, asegura que “es belleza puesta ahí gratuitamente para las personas del lugar”. “La gente lo aprecia y valora como propio, se convierte en algo propio del espacio. Además, como les gusta no interfieren en el mural, pocas veces me pasó que lo pintaran”, plantea.
Arte controvertido
Pese a dedicarse al arte plástico hace bastante tiempo, recientemente cobró notoriedad en los medios de comunicación locales por la polémica que suscitó uno de sus trabajos realizado junto a Dimas Nota y Federico Dainotto en un puesto de diarios de Córdoba y España. “Nos convocó el dueño para hacer murales de calaveras tocando rock por eso se nos ocurrió utilizar calaveras más simpáticas, del estilo del arte mexicano. Lo pintamos en un día, nos pagó y nos fuimos”, recuerda.
El problema surgió al día siguiente cuando el barrio amaneció y notó a estos seres del inframundo aparentemente demasiado pintorescos para estar al lado del Arzobispado. Se abrieron así una serie de instancias de recepción con consideraciones religiosas y artísticas diversas. “Fueron a decir que por favor bajáramos un tonito. Y a partir de ahí se disparó el tema y fuimos famosos por una semana”, comenta entre risas. No obstante, fue cubierto días más tarde con la publicidad de un comercio que vende fajas. Según el propietario del puesto de diarios las “calaveras y diablitos” siguen ahí, talvez esperando dentro de un tiempo volver a salir a la luz.
“Al ver una obra la gente tiene que ver un mensaje y la belleza ya es un mensaje de por sí. A veces se piensa que la obra tiene que tener un mensaje explícitamente político para ser street art. Para mí lo que tiene que tener un mural es belleza”, argumenta dando lugar a la repregunta obligada respecto al significado que le atribuye a esta noción. “Los conceptos van cambiando pero lo bueno del arte es que ofrece una belleza inmutable. La Mona Lisa sigue siendo bella y pasaron cientos de años. Para mí el arte genera bellezas que no pasan de moda. Y esa es la consigna del arte, es la trascendencia, lo que nunca va a aquedar atrás y siempre va a estar vigente y, en ese sentido, la belleza es llegar a lo máximo de algo”, define.
De artista cuestionado a exponer en el Louvre
En Rosario son el soporte de su trabajo las paredes de la sala de ensayo y bar The House, de Buenos Aires 1064; del restaurante El Bodegón, de Vera Mujica y Arenales; de la Casa del Artista Plástico, de avenida Belgrano y Sargento Cabral; el espacio destinado a emprendedores de la economía social ubicado en Presidente Roca y el río; y en el hostel cultural Rosario Inn, de Sargento Cabral 54. Aunque a estos se suman murales en Miami en el marco de la Art Basel con la temática de la película Scarface e innumerables trabajos en su ciudad natal.
“A través de él consigo, con dimensiones más grandes y colores potentes, hacer más estrecha la comunicación con la gente en los lugares comunes de esparcimiento. Esto me genera una gran satisfacción ya que considero al mural como una muestra permanente de arte urbano que da vida a los espacios y ofrece arte a gente de todo tipo y edad”, se lee en su página web. Sus trabajos pueden verse no solo en la calle o las exposiciones sino también en Internet. “Tenés que amoldarte a las situaciones. Son todas herramientas de difusión. Gracias a ello pude exponer en Nueva York, París, México y Barcelona. De otra forma no hubiera podido. Es una herramienta fundamental porque hacés un clic y mandás tu obra o hacés que gente que no te conoce pueda ver tu obra”, aduce.
Así pasó de artista cuestionado a exponer uno de sus cuadros en el Louvre en menos de dos meses. El año pasado uno de sus trabajos fue elegido para la muestra Art Shopping Carrusel du Louvre, a escasos metros de La Gioconda, La balsa de la Medusa, Las bodas de Caná, La coronación de Napoleón y La Encajera o esculturas como La Venus de Milo, La Victoria de Samotracia, Toro alado, Código de Hammurabi, Esclavo moribundo y Caballos de Marly.
Su obra, su inspiración
En sus producciones se observa que no busca la representación de la realidad objetiva, sino que su pulsión creativa lo lleva a retratar la condición del espíritu humano y crear sensaciones que envuelvan al espectador. En cada una de ellas pueden apreciarse distintos estados de ánimo y sentimientos. Para Baine su obra “no tiene tanto que ver con el entorno sino con cómo uno siente el entorno”. En sus trabajos prevalece una predilección por la figura humana aunque hay una inclinación hacia lo sobrenatural. La mujer brota del mundo de su inconsciente y adopta forma felina. Además, suele plasmar la fuerza psicológica y expresiva a través de la mirada de sus protagonistas y los signos gráficos.
“Es una mezcla de expresionismo abstracto y expresionismo figurativo, porque no puedo escapar de las imágenes, sean mujeres o sean gatitos, y me atrapa mucho destacar el espíritu y la profundidad del ser y exaltarlas con colores muy vivos, a veces fluorescentes y palabras. En ocasiones pinto a poetas o artistas que me conmovieron mucho y me siguen alimentando. Considero que mi obra es muy humana”, describe.
En cuanto a quienes lo han influenciado destaca a Picasso, van Gogh, Rothko y Pollock. “Me abrieron la mente porque venía de un dibujo estructurado. Yo nací del comic, de hacer historietas de chico. Pero después estudié arte y me encontré con esos genios que me han guiado hasta el día de hoy. Y hay otros que no tienen mucho que ver con mi obra como Warhol que es muy profundo, Francis Bacon o Damien Hirst que es de los más contemporáneos”, ahonda.
En la charla, ya cayendo el sol y con un café de por medio, Baine comienza a hablar de su rutina de trabajo. Le gusta pintar de noche, luego de descorchar un vino y escuchando música con la mirada atenta de Blas, su gato. Pero pese a esa búsqueda del momento perfecto, de la inspiración y la pincelada adecuada para transmitir el mensaje que desea, advierte siempre hay una cuota de imprevisibilidad. “El verdadero creativo es el que no tiene una idea preconcebida de cómo va a quedar la obra, empieza y ahí se adentra en una selva que desconoce, que tal vez sea interna”, sentencia.
“Una vez que expuse en Buenos Aires no tenía muchos materiales y se me ocurrió armar un collage con la basura porque las calles estaban muy sucias. Pensé en pintar indigentes y el soporte era el cartón y las bolsas. A partir de ahí, armé unas instalaciones muy interesantes. En ese sentido lo que yo quería transmitir de la ciudad me lo sirvió la misma ciudad. Hace poco pinté a una cantante de punk rock y la obra me pedía que haya un graffiti, usar aerosol. Esa fue la base de la obra y quedó muy impactante. Otras veces es arbitrario por pedido de la persona que te contrata o por el soporte, entonces si vas a pintar sobre hierro usas sintético y si vas a trabajar sobre pared pintas con acrílico”, revela.
El día a día del artista plástico
El artista asegura que “para no estar todo el tiempo solo pintando” generó los que describió como “puntos rutinarios para equilibrar”. De esta manera, hace una columna en un programa de radio sobre arte, dirige la galería, organiza subastas y da clases en su casa donde tiene su taller al que bautizó como Casa Baine. “No se me ocurrió un nombre más lindo”, dice con una mueca de comicidad.
“Doy clases para la gente que empieza de cero y para quienes quieren desarrollar su técnica. Yo más que profesor, soy artista y trato de educar a mis alumnos para que desarrollen su técnica y se formen como artistas propios que creo que es lo más importante. Hay profesores que enseñan su técnica y terminan siendo los alumnos sus discípulos”, considera el correntino que también destaca que “si bien se necesita una base, conocer a los grandes maestros e íconos del arte, ir a museos y conectarse con la gente de las galerías, básicamente lo que debe hacer un artista es trabajar mucho”.
Pese a eso reconoce: “Tengo períodos que pinto todo un mes seguido y después dos meses sin pintar. Hace poco pinté en vivo un mural para un videoclip de una banda de rock. Pinto cuando tengo ganas o por obligación. Espero que me bajen las ganas, para que sea un producto muy puro. Pero no lo recomiendo, para mí lo ideal es pintar todo el tiempo”.
Vivir del arte en Rosario
Rodeados de jóvenes, desde la mesa más cercana al ingreso con vista a todo el centro cultural, Baine asegura que Rosario es “un buen lugar para generar movidas”. “Hay mucho por hacer, está en pañales. Hay muchos artistas y espacios, es una ciudad muy cultural. A pesar de que le falta mucha infraestructura todavía, tiene potencial”, menciona.
Al respecto, en una de sus columnas radiales se planteó “cómo triunfar en el arte sin estar muerto”. “Dicen que la obra se completa con la mirada del otro y es una gran verdad, por eso hago hincapié en que todos los artistas tienen que exponer, no podés pintar y quedarte con la obra en tu casa guardada. No solo es necesario para difundir la venta sino también la imagen de uno, el mensaje que quiere transmitir. La función de la obra es la comunicación, que puede variar del espíritu a una situación sociopolítica o histórica. Por ejemplo, el Guernica expresa todo el dolor de un momento histórico cuando estaba en llamas la ciudad y eso quedó inmortalizado. El arte es un lenguaje universal que cualquiera sin entender el dilema puede entrar directamente en contacto con la obra”, explica.
A pesar de ello, considera que “el arte es el último escalafón, porque en general la gente cuando termina de comprar todo lo que quería vuelve a comprar otro celular, otro auto” y “son pocos los que invierten en arte”. Además sostiene que “son muy elitistas los círculos donde se vende arte” y eso es contraproducente para el artista. “En Nómade estamos tratando de fomentar la venta, por eso decimos: en vez de un I Phone, comprate un cuadro, armá tu propia colección, embellece tus espacios y tené tu patrimonio”, concluye cuando termina su cigarrillo.