El castillo de Freyre se encuentra en el sur santafesino y alberga cientos de historias inquietantes. El edificio de gran esplendor en el siglo XIX fue abandonado, saqueado, vandalizado y sucumbió ante el paso del tiempo. Parte de su estructura sigue en pie y es visitada por intrépidos y curiosos.
En una zona rural de Lucio V. López, a la vera de la ruta provincial 26, en el límite con Carcarañá, se emplazó esta gran casona de Rudecindo Freyre, un personaje controvertido de la época que regía con mano dura y sobre el cual hay anécdotas escalofriantes.
Era primo de Rodolfo Freyre, gobernador de la provincia. La familia fue unos de los clanes más influyentes de la región. Según el historiador Alejandro Maggi, en el 1700 cuando se compró la tierra los nativos que se encontraban en ella fueron inventariados como ganado. Dispuesto a convertirlos en sus esclavos, aquellos que no aceptaban trabajar para él, eran estaqueados y abandonados en los sótanos hasta su muerte.
También se comenta que hacía gala de su puntería disparándole a una moneda que colocaba sobre la cabeza de alguno de sus peones. Si fallaba, el fatal desenlace pasaba inadvertido para él y rápidamente se buscaba nueva servidumbre.
La gran casa está compuesta por dos plantas y dos torres de vigilancia, las cuales tienen orificios circulares donde se habrían instalado cañones y tiradores para repeler el ataque de los malones que acechaban a los criollos. Cuentan que los indígenas buscaban matar a los obreros que estaban construyendo el ferrocarril.
El acceso a la torre izquierda era mediante una escalera caracol, mientras que al torreón derecho se subía por un elevador a polea manual. Había una galería de arcos en la fachada principal al este y un túnel que desembocaba en el río Carcarañá que, según las historias, era utilizado por Freyre para escapar ante los ataques de nativos y forajidos
Uno de los rumores indica que en el terreno hay oro enterrado. Aparentemente, una diligencia que transportaba un baúl con este preciado metal desde Rosario hacia Córdoba fue asaltada por los indígenas en la zona, pero estos habrían sido atrapados por Freyre junto a otros terratenientes y posteriormente asesinados. El botín se encontraría bajo tierra con un círculo de botellas marcando el lugar exacto donde habría que excavar.
En la actualidad, el castillo está cubierto por vegetación silvestre y grafitis. No obstante, no pierde su encanto y es visitado por aventureros y curiosos.
Fotos: Carcaraña y su Historia, Carolina Mayor y Horacio Gigli.
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